Erase una vez, una mujercita, que como tantas, se enamoró de su primer novio. Como no podía salir a la calle sola si no era de la mano del padre o del marido, no dudó en casarse. La madre que siempre había querido un futuro más independiente para su hija, se preocupó. La mujercita sólo veía amor y toda la libertad que implicaba sentirse acompañada por otra persona. Al poco tiempo de casados, se dio cuenta que no funcionaba, que eran todavía muy chicos, que ella esperaba otra cosa del matrimonio y de un hombre. Ella tenía sueños. Y entristeció por haberse equivocado. Hasta que un día...
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