Aurelia en: Fuck you!












"Carne", Armando Bó. 1968.

Me levanté con el pie izquierdo-cosa que pasa todos los días porque soy zurda- a veces no se nota, hoy sí.
Estoy caliente porque el otro día fui a una fiesta y me tocaron el culo. No me quedó otra que volver a pasar, devolvérsela y "agarrárselo". Lo que desembocó en una pelea. Supongo que el tipo aprendió como “encarar” a una mujer, o la próxima vez lo piensa antes de mandarse una cagada.
Un par de años atrás filmé un corto con gente de publicidad, estaba agachada cerrando el trípode de la cámara y el director de fotografía hizo un chiste de tono sexual. Se codeó con el jefe de producción, me señaló y dijo: "se ve que le gusta arrodillarse". No se si era una indirecta guarra del tipo que tiene ganas de cogerte o si estaba defendiendo su territorio laboral y me estaba haciendo pagar el derecho de piso a “una hembra inferior con capacidades diferentes que debería dedicarse a otra cosa”. A veces siento que me iría mejor en algunos espacios laborales si fuera torta, lesbiana. Hay algo ahí que en los machos primitivos inspira respeto o indiferencia.
Otra cosa insoportable es tomar el subte que va a Constitución después de las 18hs, por suerte casi nunca lo hago, no me imagino lo desagradable que es para las mujeres que tienen que hacerlo todos los días. Carne sobre carne. Todos los olores mezclados. Sin espacio para respirar. Donde un hijo de puta aprovecha para frotarse en tu espalda y apoyarse en tu culo.
Un verano fui a hacer unas entrevistas a unos pueblos rurales de la provincia de Jujuy, paré en casas de familias. Tenían TV por cable donde pasaban los programas de chimentos de Buenos Aires aunque me sorprendió la precaridad de los baños. Unos estaban fuera de la casa, al estilo "Ingalls", otros apenas tenían bidet, sin la tabla!!! Acostumbrada a tener todas las comodidades fue una experiencia inolvidable indisponerme en ese momento y tener que ponerme el tampón de parada. En esos lugares, los hombres consideran que acondicionar el baño es un gasto innecesario.
En Villa Fiorito, Buenos Aires, es normal ver a mujeres solas con varios hijos. Es común el abandono, se repite por generaciones. La pobreza las incapacita para viajar hasta el hospital cada mes a esperar horas las pastillas anticonceptivas y el tipo de turno es tan macho que se irrita si su pareja le pide ponerse un forro. Y así las madres niñas van reemplazando el afecto por cantidad de hijos.
Ultima anécdota humillante. Mi brújula para detectar boludos había fallado. Era un tipo de mi edad, quiero decir, con algo de experiencia, nos conocíamos hace un par de años, no nació de un repollo, tenía familia que implicaba interactuar con una madre y una hermana. Por eso no entiendo muy bien que pasó. De pronto se volvió algo loquito y me trató como si fuera la estrella de una película porno. A ver, las películas pornos son PELICULAS DE FICCION: NO SON REALES. A LAS “ACTRICES” LES PAGAN POR FINGIR QUE LES GUSTA SER TRATADAS COMO UN CACHO DE CARNE.
Las mujeres cotidianas no llegan nunca a un orgasmo si le dan matraca como en la película. Supongo que el mambo del tipo además de no saber interpretar la realidad era que también era un tanto misógino. No lo sé. Su justificación fue un tanto estúpida, que estaba acostumbrado a “las pendejas que ahora vienen descontroladas”.
Y aunque a los dos nos gustaba escuchar “La Renga” juntos, supongo que nos dimos cuenta que tenemos una manera distinta de vivir el rock and roll.

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