Yo te liberé oxitocina

Me acomodo el pelo, me toco la cara, parpadeo, sonrío, miro para abajo, miro para arriba, botezo... (me tapo la boca, soy educada). Hablo fuerte y me río exageradamente. Lo miro fijo, bajo la vista, vuelvo a sonreirle. Caminamos. Conversamos sobre el tiempo y los animales domésticos. Cada tanto tira (tiro) una indirecta. Una estupidez para parecer "piola", "rápida", "viva". Hablamos de after offices. - Que por qué un día no vamos? (me dice)- que si, buenisimo, me encantan los afters (digo)! Mentira. No me gustan (creo) pero a él le parecían bastante tops para una cita. No me iba a morir si iba un día. Es más tal vez hasta me gusten. Quien sabe.

Seguimos caminando y hablando. Y ahi.... ahí sabía que se venía el - primer beso - (sí, así de romántico lo escribo). ¿Cómo me di cuenta? Porque en un momento nos sentamos en uno de esos banquitos lindos que hay ahí en Puerto Madero, nos quedamos sin temas de conversación (luces de la ciudad y atardecer, imagináte!), él se acerca, me toca el pelo, se muerde el labio y poco a poco... acerca su cara a la mia, sus labios a mis labios y plop! ahi está! A partir de ahi (de eso) empieza toda la cacerola de mails, mensajes de texto, msn, llamadas telefónicas y por qué no after offices en Puerto Madero!