Aurelia en: Rojo Tango

8.30 P.M. En medio de una reunión recibo un mensaje de texto. Me sorprende como lo hacia Ramiro cuando tenía un hueco entre su novia y el laburo.
Laura: "Nos vemos en el bar del cubano, Consi y Marie van".
Volanteada. Cambio de planes. Llego al barrio del Abasto. El cubano quiere que veamos una película de Jodorowsky en el sótano. No tengo ganas de pajerismointelectual. Consi se había comprometido, bajamos un rato. Me hace efecto el caño que me había fumado, nos reímos, no soporto diez minutos. Llega Antu. Subimos y las convenzo para ir al CAFF. En la quinta cerveza levantamos campamento





"La lección de tango". Sally Potter. (Fotograma retocado)






El club explota de gente. La orquesta está tocando. Excitación total. Afuera 10 grados de sensación térmica, adentro 39. Nos empezamos a desvestir. Para las minas, ver tocar a la "Fernandez Fierro" es como para los tipos ver la elección de la cola "Reef". Once pibes con pinta rockera que aporrean el tango como si fueran una banda punk: "la selección del tango". Según Terranova, Romero, el arquero de la selección argentina de fútbol, es la base, el proletariado del fútbol. Para mí, en la Orquesta Típica, la base es el chelo. Me fui a la mierda, ya lo sé. Los bandoneones tienen mucha onda, pero mis ojos se concentran en Alfredo, el chelista. Al pedo, porque juré nunca enamorarme de un músico. Cierran con "Buenos Aires hora 0" y la rompen. El público se descomprime. Veo a Gastón mi ex profesor de tango, que me daba clases con su novia Paula. Me mira, está solo, me pongo colorada. Recuerdo lo bien que le quedaban las remeras. De su brazo en mi cintura, la otra mano sobre mi palma, el ángulo recto del codo, su bicep tan perfecto, apenas musculoso. Se acerca me saca a bailar. No lo puedo creer, no bailo tan bien, podría lucirse con cualquier otra. Estoy nerviosa, no quiero hacer papelones. Nos abrazamos, nos envolvemos, le acaricio la nuca y esperamos a que empiece la canción. Suena "Bailemos". Huelo su cuello, huele perfecto. Lo siento respirar en mi oído. Me dice asombrado, "Cómo late tu corazón, lo siento muy fuerte". No es chamuyo, mi cuerpo estaba pegado a su pecho sintiéndolo milimétricamente. En cualquier momento el corazón me saltaba como un "Alien" y le comía el mentón. Estaba fuera de revolución, acelerado, cabalgando desvocado. "Hace mucho que no bailo", le respondí. El me susurró firme: Soltáte. Estás conmigo. yo te sostengo. Tenía que disfrutar ese momento. Me disolví al compás de la música. Sentí como él cambiaba mi punto de apoyo como quería. Lo dejé dibujar sobre mi espalda. Estaba completamente entregada. Me convertí en la cerda de su trazo. Nos había saltado la térmica hace rato. Salimos a comprar cigarrillos. Apretamos antes de llegar a la esquina. Estábamos en alto voltaje. Pasó un tipo por la vereda y apenas lo escuché. "Vamos?" me dice. "Vamos a otro lado?" insiste. Me desconcentro, dejo de morderle el cuello. Pienso. ¿Vos seguis con Paula? le pregunto. , me dice con una mirada tierna. Respiro. No me da el cuero, aunque me caen bien los tipos que me dejan elegir. "Prefiero irme a casa" le respondo con un beso en la boca muy distinto a los otros, tan hondos, tan profundos.
Las chicas me querían matar. Mariela me dijo que pienso mucho. Que Gastón "no es Ramiro". Que es otro tipo. Pero yo soy yo. Y ya me conozco.

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