Antonia Andujar



Toni” para las chicas, Antonia para los hombres. Soy hija única de una odontóloga y un dermatólogo. Tengo 30 y pico y soy de Acuario.

Hace 3 meses que dejé a mi futuro marido (contador) por un escultor de 25 años que me prometió "el oro y el moro". Nos conocimos en una clase de artesianas en cuero, fuimos a tomar un café y luego a su casa (sí, así de rápido).

Entre copas me dijo que quería viajar durante un año por el país, haciendo esculturas en yeso y vendiéndolas a los turistas. Se tenía fe. Me dijo también que yo era su musa inspiradora (y la verdad a mi me encantó).

Yo venía de los números, los activos y los pasivos, y ahora se me abría la ventana (que tantas veces había querido abrir) del arte, del hipismo, del “no sé qué sucederá mañana”. Pasamos noches enteras tejiendo viajes y recorridos por el norte y por el sur.

Una mañana, me desperté, lo miré (dormía con la boca abierta y un mechón rubio de pelo le caía sobre la frente) y me pregunté ¿qué iba a hacer yo con un pibe de 20 y pico de años haciendo dedo en el medio de la ruta? No… ya había pasado mi época de mochilera y carpas en el sur. “Ya no estoy para estos trotes” pensé. Me gustan los hoteles, la buena comida y las copas de champagne. Me levanté, junte mis cosas y me fui sin hacer demasiado alboroto…. Antes de cerrar la puerta, se despertó, me miró y me dijo “Toni, no seas tonta, quedate un rato más”…


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