Laura en: Vestite y andáte

Ahora lo puedo decir: no sé si será Abril, Marzo o La Era de Acuario, pero creo que volví a La Ira. No es que no haya hecho todas esas famosas etapas del duelo. No señor. No señora. Ya lo negué, ya me enojé, ya me deprimí y ya lo acepté. Pero por alguna razón volví a La Ira. A la ira generalizada. Una ira retroactiva y proyectiva con los hombres. No me confundan por una misandra. No señor. No señora. Nada más lejos. Pero…

Miércoles pasado. Salgo con Pseudo-Compañero-de-Trabajo. Vamos a su casa. Tomamos algo. Él me cuenta su vida. Me habla, me habla, me habla. Usualmente estaría muy atenta e interesada, pero me doy cuenta que no lo estoy escuchando, que en cambio estoy pensando ¡No me hables más!. Me importa un cuerno tu opinión sobre la Bauhaus; no me interesa saber que los Reyes Magos te trajeron LA bici cuando tenías ocho años; no quiero enterarme cuál es la “pelí” que más te hizo “vibrar. Sos muy lindo, sí; pero estoy a punto de efectuarte una lobotomía. (Silencio en mi mente). Me desconozco.

Apuro el asunto, porque- honestamente- no quiero escucharlo más. Ahora despliega el catálogo de fracesitas berretas romántico-condescendientes. Tengo nauseas mentales. Tengo ganas de decirle que si se calla todo va a salir mejor. Me habló antes, me habla durante y empieza a hablarme después. Quiero que aparezca un O.V.N.I. y lo abduzca. (Silencio, otra vez). ¿Qué me pasa?, ¿por qué me pongo así?. Me muerdo la boca para no decirle Vestite y andáte; gracias por tus servicios. La que se viste y se va soy yo.

Tengo miedo de volverme iracunda… o de empezar a hacer pis de parada.


[ Foto: Blue Velvet, de David Lynch ]

0 Response to "Laura en: Vestite y andáte"

Publicar un comentario